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Congresos

La agencia alemana Xnet alquila pueblos enteros a empresas

Michel Schmidt, un imaginario vendedor de coches de Hyundai en Alemania, conduce en una soleada mañana de primavera hacia un pequeño pueblo alemán llamado Trittenheim, junto al río Mossel. Nunca ha estado allí ni sabía que existía pero el navegador se encarga de guiarle por la carretera.

Sin embargo, al llegar a la entrada del pueblo, sus ojos no dan crédito. El GPS no puede ayudarle a llegar hasta la calle Santa Fe, justo el nombre de uno de los modelos de automóvil de su empresa, en un lugar que ahora se llama HyundaiTrittenheim. Sorprendido, sigue al resto de vehículos de sus colegas hasta el centro del pueblo, donde reciben a los más de 1.000 comerciales de la empresa citados para la convención en una antigua bodega.

Esta iniciativa existe y es una idea de la agencia alemana de marketing y organización de eventos Xnet. La compañía disfraza corporativamentepueblos enteros en Alemania, Suiza, Austria e incluso, viste del color de la marca el Principado entero de Liechtenstein para celebrar allí encuentros empresariales "distintos". Eso sí, el príncipe no está incluido en el precio. "Se trata de huir del frío e impersonal entorno de un hotel urbano para disfrutar de la naturaleza. El ambiente que se crea es muy diferente, incluso para trabajar", explica por correo electrónico a este periódico el consejero delegado de la empresa Karl Schwärzler.

La compañía ha organizado ya más de 50 convenciones para empresas. "Estamos preparando dos para próximas fechas", explica. Peugeot, SAP, Wyeth Pharma o PricewaterhouseCoopers son algunos de sus clientes. Cuentan con cuatro pueblos en Austria, tres en Alemania y dos en Suiza, además del Principado de Liechtenstein. Están buscando lugares en Italia y el Reino Unido.

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La idea surgió del aburrimiento. En 1996, tenían que preparar un encuentro de esquí para pilotos y los clientes estaban cansados de los sitios de siempre. Schwärzler regentaba un hotel en Brand (Austria) y se le ocurrió hospedarles a todos juntos en el pueblo, que se llenó. En el año 2000, crean la idea Rentavillage (alquile un pueblo), con las actividades y ofertas actuales.

Unas atentas azafatas entregan a nuestro compañero Schmidt y a sus colegas un nuevo plano de la ciudad. Allí, descubren que todas las calles se llaman como los modelos de automóviles de Hyundai. Hay pancartas y banderas de la marca por todas partes y la gente en los bares y hoteles lucen camisetas corporativas. Sin embargo, la sorpresa que será el tema de conversación favorito de la mañana es el reparto de habitaciones.

La organización entrega las llaves mediante un sorteo, lo que provoca extraños compañeros de pasillo y que tres compañeros de Schmidt duerman en el mejor hotel del pueblo mientras que su jefe de sección haya ido a parar a la pensión de menor categoría. Aún riendo entre dientes, Schmidt se acerca a la casa de cambio donde sus euros se convierten en eurohyundais. "El programa de las jornadas se hace a medida de la empresa y de sus necesidades. Ellos colocan sus reuniones como les conviene y luego, les ofrecemos actividades para hacer en el tiempo de ocio. También organizamos cualquier petición que tengan", asegura Schwärzler.

El precio oscila entre los 250 y los 500 euros por persona y noche y suelen recibir entre 80 y 1.200 personas por evento. Xnet emplea a unas 250 personas para cada congreso. Se tarda entre tres meses y un año en planificarlo y se puede montar en un mes o en una semana, según el tamaño del evento. Schmidt respira el aire fresco mientras sigue a sus compañeros hacia el lugar donde almorzarán. Ya han tenido un par de reuniones, una de ellas en un granero, y el paseíto por entre los viñedos le despeja la mente. En una panadería, una dependienta le ha contado que vive allí todo el año y que hay varias convenciones de empresas.

"Son los turistas que mejor pagan", afirma Schwärzler. "Elevan las tasas de ocupación en temporada baja en pueblos que viven del turismo. Entre un 60% y un 70% de los gastos de la convención revierten en el lugar", continúa el responsable de Xnet. La agencia informa e involucra a los habitantes de los pueblos en la preparación y desarrollo. Schmidt recoge su maleta con una sonrisa. "Curiosa experiencia", piensa. Ha preparado vino con sus manos, ha ganado las olimpiadas con sus compañeros de sección y ha ayudado a su jefe con las manualidades. Parece que ahora le cae algo mejor. Incluso ha conversado un rato con una chica de la empresa y eso que nunca encontraba el momento idóneo para abordarla. "Esta iniciativa es muy buena para la comunicación entre compañeros y para estrechar la relación entre equipos. Genera experiencias comunes que sirven para comprenderse mejor en el día a día", explica Schwärzler. Nuestro Schmidt no es real pero podría existir. En 2002, Hyundai organizó uno de estos eventos en Trittenheim para sus comerciales en la presentación del Hyundai Getz. "La experiencia se hizo popular en Europa y las ventas del Getz se dispararon por encima de la producción", cuenta Schwärzler.

Más allá del discurso y el cóctel

Las modas cambian y llegan hasta la organización de eventos. La típica reunión con el discurso del presidente y el canapé y el cóctel se llevan cada vez menos. Para agasajar a los clientes y reunir a los empleados, la tendencia es ser original y si se puede, espectacular. Es el caso de Porcelanosa, que alquiló el transatlántico Queen Mary II y embarcó en él a sus 2.600 mejores clientes, que incluían arquitectos, diseñadores, altos directivos de las principales inmobiliarias y promotoras y decoradores. El barco zarpó de Southampton y llevó a sus pasajeros en un crucero de siete días por el océano Atlántico hasta Nueva York, evento que podría tener un coste superior a los 10 millones de euros.

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